¿Quién dijo que una novia en pandemia tiene que volverse básica? Si alguien te recomienda eso, es que no conoce a los proveedores adecuados. Yo me comprometí, hice la planificación de mi boda y me casé en plena pandemia, ¿y saben qué? Lo volvería a hacer tal cual un millón de veces.
Una vez que elegí mi vestido de novia, continué con los detalles nupciales que debía llevar. Me enfoqué en perder peso, y en Luna Blanco le hicieron varias modificaciones al vestido porque debían reducir medidas. ¡Eso es lo importante de acudir a un atelier que cuente con un taller propio!

La semana antes de la boda hice mi checklist y tenía todo cubierto:
- Zapatos: listo
- Tocado: listo
- Aretes: listo
- Algo azul, algo prestado, algo usado: listo
- Peinado y maquillaje: más que listo

Perfect, todo excelente, lista para descansss… ¡Oh, no! Por los nuevos protocolos debo portar una mascarilla, ¡no hay forma que compre cualquiera solo para salir del paso!… Y ahora, ¿cómo lo soluciono?
En ese momento, me sentí como Samantha en Hechizada porque bastaba con hacer una llamada para tener la solución.
- Vane: Verito, ¡estoy en medio de una crisis!, no consideré la mascarilla y falta nada para la boda.
- Vero: Vane, Vane, ¿cómo estás?, Ay Vane, Vane, qué falta de confianza, ya tenemos tu mascarilla lista, con la misma tela de tu vestido y triple forro para cuidarte del virus. Le hicimos un bordado bello con la misma pedrería; así que, te verás increíble. ¡Date un baño de burbujas y descansa!
Dios, ¡cómo amo a esa mujer! Su segundo nombre debería ser SOLUCIÓN. Ella prevé todo antes de que a la novia se le pase por la mente. ¡Es una genio!
Como se imaginarán, mi admiración por ella creció muchísimo más y me volví devota total. Hasta ahora sigo pensando en mandarle a hacer estampitas y repartirlas a todas las novias habidas y por haber, porque en serio, Vero hace milagros.

Un aplauso por todo ese coeficiente intelectual que nos saca de apuros.
Por: Vanessa Barreda Montoya